Venezolano de nacimiento, colombiano por mi padre. Publicista, emprendedor y motivador. Así me defino.

Tres veces migrante, tres veces transformado

He migrado tres veces en mi vida, y en cada una de ellas he aprendido lecciones que marcaron mi camino.

La primera vez, entre 1998 y 2001, dejé mi país para estudiar en Quito, Ecuador. En aquel entonces, no comprendía el valor de sumergirme en una cultura diferente. La juventud y la inexperiencia me impidieron apreciar lo que tenía enfrente.

La segunda migración, entre 2003 y 2009, me llevó al sur de México, a la Península de Yucatán, como misionero. Esta vez, con una mentalidad más abierta, decidí absorber cada experiencia y aprender de la riqueza cultural que me rodeaba. Entendí lo mucho que me había perdido en mi primera migración y me prometí no volver a cometer el mismo error.

Fueron años de crecimiento, aprendizaje y servicio. México fue mi mejor escuela. Allí comprendí que el verdadero éxito no se trata solo de lo que logras, sino de lo que aportas a los demás.

Mi tercera migración fue, como la de muchos venezolanos, forzada por la crisis económica y política en 2015. Cruzamos la frontera a Colombia con la idea de establecernos en Medellín, pero la vida nos tenía otros planes. Hoy, después de 10 años en Cúcuta, puedo decir que cada desafío nos preparó para lo que vendría. Fueron tiempos difíciles, pero cada obstáculo superado nos hizo más fuertes.

Desde aquí, con nuestro emprendimiento familiar, Rocarke Servicios, hemos servido a miles de venezolanos. Desde ayudarles a cruzar la frontera hasta llevar un poco de alegría a sus familias en Venezuela con cada paquete entregado.

También he podido orientar y motivar a quienes, como yo, han vivido el camino de la migración. Siempre con el mismo mensaje: cada prueba tiene un propósito, cada desafío es una oportunidad para crecer.