TODO Y TODOS EN TU PRESENTE TIENEN UN PROPÓSITO EN TU FUTURO
Parte 1
Frases como esta las hemos escuchado muchas veces, y tal vez suene a cliché, pero puedo decir con certeza que es una realidad. Lo he vivido en carne propia, y estoy seguro de que también lo es para ti.
Cuando enfrentamos momentos difíciles, nos cuesta ver que todo es parte de un proceso que nos lleva hacia nuestras metas y sueños. En esos instantes de crisis, el estrés, la tristeza y el desánimo nos nublan la visión. Nos preguntamos: ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Por qué aquí? Es natural cuestionarse, porque somos humanos. Lo importante es no quedarnos estancados en la duda, sino seguir adelante. Con el paso de los años, mirarás atrás y entenderás que sin esas dificultades, no estarías donde estás hoy.
Y quiero enfatizar esto: todo y todos en tu presente tienen un propósito en tu futuro. Las situaciones, los lugares, las personas y las decisiones que tomas hoy están conectados con lo que vivirás mañana.
Para ilustrarlo, te compartiré una experiencia personal. En 1991, presté servicio militar obligatorio en mi país. Durante esos dos años, conocí a muchas personas: compañeros, superiores y subalternos. Lo que nunca imaginé fue que uno de esos conocidos sería clave en mi vida seis años después, en 1997, y en otro país.
Ese año hice mi primer viaje a México, específicamente a la Península de Yucatán. Durante mi estadía, fui víctima de un robo: se llevaron mi mochila con todos mis documentos personales, incluyendo mi pasaporte, mi boleto de avión de regreso, dinero y mi cámara. Me quedé varado en un país desconocido, sin identificación y sin forma de regresar a Ecuador, donde vivía en ese momento.
Para complicar más la situación, el único consulado de mi país estaba en Ciudad de México, a más de 24 horas de viaje en autobús. Sin documentos, no podía tomar un vuelo doméstico. Aun así, me dirigí a la capital y fui al consulado. La recepcionista me informó que no podían ayudarme con el pasaporte, que solo podrían darme un salvoconducto para viajar a Caracas y tramitar un nuevo pasaporte allí. Esto significaba comprar otro boleto y perder mis estudios en el instituto donde estaba inscrito. En vez de mejorar, la situación se ponía peor.
Decidí hablar con el cónsul directamente. Afortunadamente, accedió a recibirme y me preguntó si tenía alguna otra identificación. Lo único que llevaba era un carnet de la reserva militar que guardaba en un rincón de mi billetera. Esto captó su atención y me hizo algunas preguntas sobre mi experiencia en el servicio militar. Luego, me pidió que esperara afuera.
Al cabo de unos minutos, la recepcionista me indicó que subiera al quinto piso. Al llegar, me encontré en las oficinas de los agregados militares del consulado. Para mi sorpresa, quien me recibió fue un oficial a quien había conocido en mi servicio militar en 1991. Nos saludamos, compartimos un café y conversamos sobre nuestras vidas. En ese momento, me sentí en casa. Antes de despedirnos, me dijo con seguridad: “Tranquilo, ahorita solucionamos tu situación”.
Bajé nuevamente y la recepcionista me esperaba con todo lo necesario para tramitar mi pasaporte. Después de completar unos requisitos mínimos, tenía mi nuevo pasaporte en mano.
Nunca imaginé que alguien que había conocido seis años atrás, sin que fuéramos grandes amigos, sería la clave para resolver mi problema en otro país. Esa experiencia me confirmó que todo y todos en nuestro presente tienen un propósito en nuestro futuro.
No sé cuál sea tu situación actual, pero sí puedo decirte con certeza que tiene un propósito. Aunque ahora no lo entiendas, aunque te sientas frustrado o desanimado, en el futuro mirarás atrás y comprenderás que cada pieza encajaba en el rompecabezas de tu vida.
Pronto te contaré cómo fue mi regreso a Ecuador y las personas que aparecieron en el camino para ayudarme a superar otro obstáculo. Porque, como dije antes: todo y todos en tu presente tienen un propósito en tu futuro.
